El “enfoque antropológico “sólo es posible cuando se descubren las limitaciones del etnocentrismo y se pasa del juicio de valor sobre los otros culturales a un esfuerzo de comprensión desde adentro de la lógica del otro. Tal tarea comienza casi junto con la antropología, pero se intensifica a partir del compromiso personal del investigador en el trabajo de campo. Frente a un grupo diferente en todo a aquél de dónde proviene -aspecto físico, economía, idioma, religión, gobierno, tipo de familia- el antropólogo pretende insertarse en él, hasta sentirse uno más, para después dar cuenta de su organización social y su concepción del mundo.
Mucho es lo que se ha escrito sobre la precariedad de esa inmersión en la cultura del otro y las limitaciones de ese esfuerzo empático. Se criticó la pretensión antropológica de alcanzar la objetividad a partir de la distancia entre investigador y objeto, el escamoteo de las relaciones sociales implícitas en la relación de investigador (como la entera situación colonial ...”), el peligro de considerar científicamente válida la visión de un solo investigador, etcétera. Se han propuesto remedios que van desde la investigación de una misma realidad por varios investigadores, la conformación de equipos o un mayor énfasis en los datos cuantitativos, hasta un compromiso entre investigador e investigado en torno a los objetivos de la tarea y la utilización de los datos.
De todos modos no se ha abdicado de la vieja técnica. Con todos los recaudos y extremando la aplicación de su aparato crítico, el antropólogo persiste en el trabajo de campo, la observación con participación, la pretensión de descubrir los mecanismos que explican la lógica que guía las acciones de los agentes sociales que estudia. Insiste en relevar sus datos sobre el terreno y en contacto con la gente sin delegar en otros esa función.
La visión de los actores o visión interna sigue siendo crucial para la disciplina y para su propuesta indeclinable de entender las diferencias. En ese sentido muy concreto el enfoque antropológico parte del hombre, centra en él la indagación sobre el sistema social en el que está inserto. Desde el hombre, intenta comprender la sociedad, (...)
La antropología, en cambio, prohijó una serie de técnicas que pretendieron captar la totalidad social mediante la observación (...) y que, frente al individuo prefirieron indagar a través de la entrevista abierta. Por eso se dice que los antropólogos trabajan a una escala micro, en tanto los sociólogos utilizan una macroescala (...).
Un antropólogo brasileño, Roberto Da Matta, ha sintetizado con rara felicidad lo esencial del enfoque antropológico: “hacer familiar lo exótico” y “tornar exótico lo familiar.”
Ratier, H (1989) Nosotros y los Otros.
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